
¡Qué distinto será todo si empezamos a comunicarnos «con el corazón en la mano»!, ¡Si ponemos todo el corazón en las pequeñas y grandes cosas que hacemos! ¡Si dejamos que los gestos de aquellos que nos quieren nos «lleguen» al corazón! ¡Si abrimos el corazón a quienes necesitan entrar en él! ¡Si nos encontramos a solas con nosotros mismos en el fondo del corazón! ¡Si guardamos las cosas en el corazón, y las meditamos en compañía de Dios! ¡Si dejamos que la miseria y el dolor de los otros resuene y encuentre respuesta en nuestro interior!
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