
Al tener que iniciar el tiempo ordinario, ¡qué bien suenan las palabras del profeta que se proclaman este domingo! En una hora en la que parece que lo más auténtico es la denuncia y la crítica inmisericorde, ¡cuánta necesidad tenemos de consuelo, de palabras amables y atractivas, y no por ello aduladoras o falsas! No nos inventamos el texto: “Consolad, consolad a mi pueblo. Hablad al corazón. Di a las ciudades: «Aquí está vuestro Dios»”. Buenafuente de Sistal (Tomado de Ciudad Redonda).
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