Ante la fascinante figura de Jesús, que poco a poco va desvelando su identidad a los discípulos con diversos signos, la respuesta adecuada es el seguimiento, mas a su vez, cuando el Señor deja percibir su divinidad, la conciencia de debilidad, de pobreza y hasta de pecado, se apodera del corazón de los llamados. El temor, el miedo, la indignidad llegan a ser argumentos para rehusar la invitación a ir detrás de Jesús.
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