
El amor al prójimo conlleva el correcto uso de nuestras riquezas en favor de lo humano y de los hermanos/as. Riquezas que siempre son más de las que creemos y de las meramente económicas o materiales. La fidelidad en la administración de nuestros bienes no se detiene exclusivamente para Jesús en la administración justa del dinero sino que incluye también nuestra propia vida y nuestro tiempo. Ver los comentarios bíblicos de los Dominicos, Claretianos y Jesuitas:
aquí, aquí y aquí.
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