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Diez testigos de la Fe de la diócesis de Quiché, Guatemala, en Centro América. Misioneros del Sagrado Corazón y Laicos MSC, unidos en una autentica misión compartida: siete laicos y tres religiosos MSC. ¡Demos gracias a Dios en tiempo de PASCUA! ¿Quiénes son esos tres religiosos MSC y esos siete laicos catequistas?
José María Gran (1945-1980)
El 6 de junio de 1980 fue asesinado el Padre José
María Gran, Misionero del Sagrado Corazón. El Padre José María trabajaba en el
departamento de Santa Cruz del Quiché. A la hora de su muerte era vicario de la
Parroquia del Chajul.
El padre José María Gran nació en Barcelona, España,
el 27 de abril de 1945. Fue Ordenado sacerdote el 9 de junio de 1972. Desde
entonces trabajaba en Guatemala. La causa de su muerte, así como el caso de
otros sacerdotes, se debe a su compromiso con los oprimidos.
Faustino Villanueva: (1931-1980)
Después de una vida entregada a los indígenas del
Quiché, una noche dos hombres llegaron a la casa parroquial y pidieron hablar
con él, y él, servicial como de costumbre, los atendió. Entró con uno de ellos
a su despacho y a los pocos minutos se escuchó un disparo.
El disparo le destrozó la cara. Era el 10 de julio de
1980.
Juan Alonso: (1933- 1981)
Seis meses después del asesinato del Padre Faustino,
el Obispo del Quiché convocó al clero para que ver qué se podía hacer. Consultó
al clero sobre la posibilidad de tratar de volver a algunas de las parroquias,
como prueba. Y el que se ofreció como voluntario, fue el Padre Juan Alonso, que
días antes había dicho tomando el crucifijo en sus manos, que siempre llevaba
colgado en el pecho: “yo por este me hice sacerdote y si por este he de morir,
aquí estoy”.
El Padre Juan Alonso fue el escogido, cogió su motor y
se fue a su parroquia. Allí celebró la misa y luego salió para celebrar otra en
otro pueblo vecino. Ahí lo esperaban, lo secuestraron, lo torturaron y le
dispararon tres tiros en la cabeza. Dice el libro de las Reglas de los MSC en
el número 12: “Confiando en la gracia de Dios, estaremos dispuestos a dar, si
es preciso, nuestra vida por ellos”. Sucedió el 15 de febrero de 1981, tenía 49
años.
Reyes Hernández:
Fue asesinado en la noche del 21 de noviembre de 1980,
en el patio de su casa. Así entregó su vida un campesino indígena, que por su
fe cristiana permaneció fiel y al servicio de la comunidad.
Rosalio Benito:
Este siervo de Dios goza de una veneración especial en
su comunidad. Ese anciano torturado y asesinado por el ejército, fue uno de los
primeros de los que lucharon en el movimiento apostólico laical en el mundo
indígena, desde el año 1940. Tenía cerca de 80 años al morir el 22 de julio de
1982. Fue uno de los impulsores más decididos del servicio a la comunidad en el
que gozaba del respeto, del cariño y de la admiración de todos.
Se preocupó por las familias preparándolas para el
matrimonio y a los niños para la primera comunión. Junto a la comunidad,
construyó una capilla, una escuela. Rosalio era una gente buena, un hombre
formal al servicio de la comunidad, a la que sirvió sin descanso y en la que
sembró la palabra de Dios por valles y montañas.
Fue cruelmente masacrado junto a otros el 22 de julio
de 1982. Fue torturado, amarrado a un palo. Después de su muerte lo fueron a
tirar a un pozo de agua que estaba cerca del lugar donde lo masacraron.
Domingo Del Barrio:
29 años, padre de 3 hijos y esposo de la señora María
Asicona, murió el 4 de junio de 1980. Fue el catequista, el compañero en la
misión del Padre José María Gran. Le dijo a su esposa cuando salió por última
vez en misión con el Padre José María: “cuídate y cuida mucho de mis hijos,
porque solo Dios sabe si voy a regresar”. Y no regresó, murió con el Padre José
María el 4 de junio de 1980.
El día 3 de junio de 1980, Domingo y el Padre José
María salieron a celebrar la misa y bendecir un matrimonio. Antes de salir, el
padre José María pidió a Domingo que se quedara porque tenía familia y no
quería que le pasara algo. Domingo contestó con firmeza: “Vamos, Padre, no
quiero separarme de usted, si nos pasa algo no quiero separarme de usted”.
Juan Barrera:
Nació en 1967 y murió en 1980, con apenas 12 años. Era
un niño y desde tierna edad iba a la iglesia y a la escuela, por las tardes
ayudaba a sus padres e iba con ellos a los rezos. Era curioso y le gustaba
aprender, era inteligente y colaboraba en su comunidad en cuanto a la formación
cristiana. Con tan pocos años, el lunes de cada semana participaba en el
Catecismo y el viernes dirigía el rezo del Santo Rosario en la capilla. Actuaba
“como la gente grande” decían los demás.
Al adolescente Juan, los esbirros se lo llevaron a un
lugar cerca de un riachuelo y allí empezaron a torturarlo sin piedad, le
rasparon y le arrancaron la piel de la planta de los pies.
Miguel Tiu Imul:
Procreó una familia numerosa. Nació en el año 1941 y
murió el 31 de octubre de 1991. Aquella tarde fue a ver su conuco, donde
estaban tres de sus hijos cuidándolo. Al salir de su casa le dispararon por la
espalda el 31 de octubre de 1991. Tenía 50 años.
El decreto de su beatificación se basa en la certeza
de su martirio cristiano: “Felices los perseguidos, porque de ellos es el reino
de los cielos”. (Mt. 5, 10).
Tomás Ramírez:
Tres meses después del asesinato del Padre José María
y su catequista Domingo, fue asesinado en el patio de la casa curial. El
catequista Tomás Ramírez, era también sacristán de la parroquia.
Nicolás Castro:
Esposo de María Hernández, murió el 29 de septiembre
de 1980 a los 35 años. Fue catequista, ministro de la comunión y promotor de la
salud y de una cooperativa en la comunidad. Nicolás murió en el caserío de los
plátanos, en Uspantan. Estaba dentro de la casa cuando entraron los asesinos,
lo sacaron y lo empujaron hacia afuera y ahí lo balearon.
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